En el ameno huerto deseado

Siempre me acuerdo por Navidad

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

 

                  

Cuando llega la Navidad siempre me acuerdo de una manera especial de aquel sacerdote alto, bien plantado, de gran celo, de una sensibilidad exquisita, de su amor a Jesús Eucaristía con afecto profundo como a Niño y como a Dios. El nuevo sacerdote así nos lo explicaba: "La iglesia se encuentra en lo alto del pueblo. Cuando todavía alumbran las estrellas, me levanto con rapidez; me dirijo a mi parroquia para tener mi primera entrevista con Jesús. Subo las escaleras de dos en dos. Así llego antes". Permanecía el joven cura allí arrodillado dos horas largas, entusiasmado con Cristo en el sagrario, hasta que los primeros fieles se acercaban al confesonario.

¡Oh... la Eucaristía para el sacerdote y para los fieles! Es más que la esposa fiel para el marido amante. Los domingos nuestro presbítero pasaba junto al Sacramento la tarde entera. En ocasiones, algún mozo del pueblo ascendía al templo, confiado de encontrar a su padre en la fe para reconciliar su espíritu. Es una escena real, pero lejana ya en el tiempo.

Los años han transcurrido con celeridad, y aquel fervor inicial tornóse en aridez. El tedio inunda el corazón del ya maduro clérigo. Había llegado la noche oscura, y no encontró el modo de salir de ella.

Todo se fue hundiendo poco a poco. La lectura espiritual se se trocó en un estudio árido de revistas pastorales. La oración, en casa; junto a las sábanas en las horas de insomnio. Después, nada. Ya cerró la iglesia nuestro sacerdote cansado. Y fue durante meses y meses el funcionario digno, con una fe marchita. Su pueblo languidecía materializado. ¡Tibieza sacerdotal!

Ha llegado la gracia de Dios. Un túnel de varios años fue una nube de plomo para la feligresía. El Señor ha tocado de nuevo el corazón de nuestro cura. Comenzará por abrir la iglesia, porque un sacerdote con el templo cerrado a primeras horas de la mañana - lo decía el Obispo del Sagrario Abandonado - está enfermo en el alma o en el cuerpo. Volverá al regazo del sagrario. Y... poco a poco, florecerá el jardín del Señor.

¡Amigo sacerdote; amigo seglar comprometido con tu fe: es hora de retornar a las fuentes de agua viva!