En el ameno huerto deseado

El milenio se escapa

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                     

 

Estamos ya en el 2000. ¡Cómo vuelan los años! Ya jamás volverán a aparecer el 19; se ha sepultado en la Historia. ¿Recuerdas la Nochevieja? Eran las cuatro de la mañana. Oías las voces noctámbulas de Noche Vieja y ya no conseguiste dormir. ¡Tres horas largas de Año Nuevo, las primeras, dedicaste a la oración! A formular propósitos. Y los transcribiste al papel con espíritu decidido. Cuando agonizaba el 98 redactaste el balance de tus frutos y realidades. No habías conseguido cumplir a plenitud tus firmes deseos. Pero sí habías avanzado con paso firme. ¡Demos gracias a Dios! Con frecuencia lo habías oído: la oración debe ir unida al sacrificio. Por ese camino se deslizaron las determinaciones del año pasado. Por la misma senda continuarán en el presente; y ahora con un además humano. Nunca más volverás a etrenar otro inicio nuevo en dígitos.

Y lo vas experimentando a lo largo de tu existencia. Ves la total necesidad. Cuando te apegas a las cosas sensibles o espirituales, tu amor a Dios se debilita. La misma oración baja de tono. Si, por el contrario, practicas el desprendimiento afectivo y efectivo, gana quilates tu relación íntima con Dios. Pide al Señor fuerza; y formula de nuevo, sí, tus propósitos para el año 2000. Admite también las purificaciones pasivas, verdadero regalo de Dios para el espíritu inclinado al placer.

Tu vida familiar y de trabajo, tu acción colaboradora en la difusión del Evangelio, tomarán un rostro nuevo de eficacia y fervor hacia la nueva evangelización. Y suplícale al Padre todos los días del año: "Señor, dadnos el don de oración, dadnos el don de la abnegación." Así cumplirás mejor tus propósitos. Podrás comprobarlo.