En el ameno huerto deseado

Cuando llega la navidad

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                     

 

No me hables, amigo, de buena mesa cuando llega la Navidad. No me cuentes historias sentimentales de nieve y niños pobres, ni de hombres egoístas, trocados en generosos por unos días. No me recuerdes años pretéritos de infancia feliz o desgraciada.

Ven junto al portal conmigo.

Contempla ahora el misterio en la penumbra de una habitación o en la soledad de un templo a media tarde. Toma asiento tranquilo. No tienes otro quehacer. No te apresures.

Respira profundamente; sin esfuerzo. Sientes tu cuerpo relajado, como paisaje vespertino. Nada deseas; nada temes; nada buscas; nada imaginas. Solo miras a Jesús junto a su Madre y José; junto al buey y la mula y los pastores y los Reyes. Y así permaneces cinco o diez minutos... ¡o más! que no debemos ahora medir el paso del tiempo.

Si te distraes, vuelve de nuevo con paciencia tu mirada al Niño de Belén. Contempla todo sin parloteo mental. No analices, no formules conclusiones ni discursos, no proyectes. Contempla en silencio... hasta que te sientas como Él: callado, pobre, desnudo, lleno de amor.

Mañana vuelve otra vez conmigo al Portal, a la misma hora, al atardecer, cuando todo se encuentra en silencio y tu alma como espejo de un lago sin olas.

Y el Verbo se hace carne; Y habita entre nosotros. Y tú ahondas en el misterio todos los días de Navidad. Verás cómo tu espíritu se torna más lleno de amor a El; cómo miras a los demás con ojos de Niño Jesús; y te encarnas en un nuevo nacimiento de apóstol sencillo.