En el ameno huerto deseado

Beberemos agua con gozo

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                     

 

Se abre el sepulcro. ¡Abramos el alma a la esperanza! Blanca la aurora del primer día de la semana. Cristo ha resucitado. Ya no es posible la tristeza: el hombre justo vive alegre, porque ha gustado en su interior que el Señor es bueno y fiel. Ha resucitado como lo había predicho: ¡Aleluya!

Gocemos en lo más profundo del alma con Jesús Hijo de Dios, vencedor de la muerte. ¡El gran Canciller de las puertas del Cielo! En esta Pascua has de introducirte en tu interior con mucha frecuencia aun en medio de las ocupaciones de cada día. Entrégate a quien ha resucitado en medio de la noche tenebrosa.

Recuerdo aquello del salmo: "El justo es como un árbol plantado junto a las corrientes de las aguas". Esto sucede en ti y en mí: plantados junto al gran río de la esperanza. De Él brotan nuevas fuentes: surtidores de gracia que saltan hasta la vida eterna.

Lo prometió Cristo a la Samaritana. Lo recuerdas. Ahora, en los días de la Pascua, nos acercamos a los manantiales de la salvación y beberemos sus aguas con gozo. Y cantamos con emoción renovada: "He visto el agua que brota del templo santo, por el lado derecho, -¡aleluya!- y todos a quienes llega esta agua, serán salvos. Y exclamarán: ¡aleluya, aleluya!"

Hermano, después de regenerar tu alma y tu cuerpo en la gran fontana de la salud, tu palabra ha de ser clara y decidida: somos testigos, Cristo ha resucitado. A Él venimos a anunciar.