En el ameno huerto deseado

Abrete al Señor, es navidad

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                     

 

¡He encontrado la iglesia abierta en un pueblo! Viajaba hoy por una necesidad ineludible, y he parado, aun en medio de la prisa, para descansar el alma en este recinto de amor a los hombres. A la fuerza el sacerdote de este templo ha de ser bueno y celoso. Sobre una mesita tenía colocadas una serie de revistas y libros del espíritu para el alimento interior de sus feligreses.

Ardía la lamparilla de cera junto al sagrario; y en mi corta presencia en el templo han entrado dos personas más a visitar a Jesús.

¡Navidad! Abrid nuestros templos al fervor eucarístico; abrid vuestras almas al Dios hecho Hombre, porque así nacerá en nuestros corazones con fuerza inigualable.

Pasaron ya los tiempos paganos en que nadie quería recibir a Jesús, cuando caminaba dentro de su madre para ser la luz de los hombres. Hoy también el mundo descreído invita a cerrar las puertas del corazón: son como apóstoles del demonio, disfrazados de simpatía y sinceridad. Nosotros cerraremos nuestros oídos a su melodía falsa. Nuestra alma ha de ser mansión confortable para el Niño que ha nacido, para el Dios que se nos ha dado en el Sacramento.

Estoy convencido de que Jesucristo nos ha de infundir en esta Navidad un amor apasionado hacia El. Sólo hace falta abrirle de par en par nuestros corazones pobres, vacíos; hacer cada día algunos pequeños sacrificios, porque en un corazón egoísta, sólo con ansias de gozar, no puede caber un Dios tan grande que se hizo Niño. Así, esta pascua navideña será en nuestros corazones nuevo fervor. Así evangelizaremos nuestro mundo que se aleja cada día más de la fe verdadera.