En el ameno huerto deseado

Ni una sola conversión

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

Duro el apostolado, decía un amigo: Quince años predicando, exhortando en grupo y en particular: ¡Ni una sola conversión! Nadie vibra ante el mensaje del Evangelio. ¿Merece la pena tanto esfuerzo? Pero una voz en su interior le sugería: La conversión no eslabor de una jornada, ni de una persona, sino de muchas. La conversión ante todo es obra de la gracia. Es la respuesta del alma a Dios que le busca. Es una catedral con cimientos muy profundos.

Cuando nada se percibe no podemos hablar de obra baldía. Tal vez la palabra clave sea: cimientos, raíces.

Así ocurre en la parcela de Dios.

Esfuérzate en colocar ladrillos en el lugar preciso correspondiente. Tapa los agujeros de los días de tormenta. Y conversa con el Señor en la intimidad: El dará el incremento, "porque quien planta no es nada, ni quien riega." Profundiza en tu interior. Observa tus limitaciones en el acervo de tus deseos. Con frecuencia tan solo arañas cuanto pretendías asir. Y mira la santidad de los grandes del espíritu. Ellos fueron instrumentos más perfectos porque comprendieron lo del Evangelio: "Este género de demonios no se arroja sino con la oración y el ayuno.