En el ameno huerto deseado

Llénate para dar

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

                  

     

Junio había de ser cuando el Corazón de Cristo cruzó su mirada con la mujer de Samaría. Las mieses se encontraban ya en sazón. Los caminos polvorientos en sequía pre-estival. La sed secaba las gargantas: "Dame de beber" -dice Jesús. Para añadir después: "Quien tenga sed venga a mí y beba."

Concéntrate, amigo del Ameno Huerto. Necesitas pasar de la dispersión crispada del diario acontecer, a la profundidad de tu espíritu, junto al pozo de Jacob. El encuentro con Dios sólo tendrá lugar "estando ya tu casa sosegada."

Ha de aflorar a tu conciencia el hombre interior. En él se desbordará "el torrente de agua viva que salta hasta la vida eterna."

Déjate llenar por este Jesús, amigo de Samaritanas, Magdalenas y Adúlteras arrepentidas.

Después, irradia esa vida divina, nacida en tu interior; entrégate a tus hermanos sin descanso, en puro servicio amoroso. No busques los cargos por afición al poder. Tampoco afirmes: "No tengo sitio en la parcela del Reino de Dios. Hasta los últimos rincones de lanzamiento a la tarea apostólica se encuentran ocupados."

El Señor se ha desbordado en ti para animar con tu entrega generosa. Busca, sí, tu quehacer en la viña del Señor. Verás cómo lo encuentras. Y desde él has de influir sin cesar.

Cada uno dispone siempre de su parcela. Si todavía no la has encontrado, el mismo Jesús en la oración te la irá descubriendo.

Una vez hallado el terreno de tu laboreo apostólico, cultívalo con mimo. Jesús derramó en ti su gracia para que puedas sembrar con gozo. "Porque la mies es mucha, y pocos los operarios."