En el ameno huerto deseado

La oración del bosque

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

                  

     

Me sorprendió en un escaparate, un póster que decía así: "La oración del bosque." Un conjunto de árboles en lozanía de primavera llenaba el cuadro entero. Me acerqué más para rezar aquella oración escrita con letra más bien menuda. Sería un descanso del viandante. Escritas las palabras sobre los troncos de los árboles, invitarían a elevar el corazón a Dios. Pero quedé defraudado. Se trataba de una oración naturista. Eran los mismos árboles quienes dirigían la plegaria... ¡a los hombres! Mientras tanto ofrecían su sombra gratificante. ¡Ni una palabra de trascendencia! Da la impresión de que incluso muchos creyentes hoy se avergüenzan de aparecer como tales.

Algunos, antes fervorosos, piensan que resulta de mal gusto una consideración espiritual. Dejan la súplica al Señor para el fondo de su alma o para el rito comunitario de la Misa dominical. El buen consejo religioso, tan sólo tiene cabida en el entorno familiar, y esto muy raras veces. Existe una especie de pudor de lo divino, o lo que seria nefasto, apostasía colectiva en grandes sectores. Pero Jesús es el mismo ahora, ayer y siempre: "Id por todo el mundo. Predicad el Evangelio a toda criatura." Es necesario comunicar la fe con el rostro bien alto; no retando, pero sí mostrando con la palabra y ejemplo lo que somos. Me aparece que Dios nos pide ahora un temple heroico; como a los primeros cristianos. Dar testimonio, sí, del buen obrar, pero también de la fe que nos impulsa.

Es triste que unas sectas falsas hayan usurpado el dinamismo que hace no muchos años era propio de los católicos, seguros de nuestra fe. Nosotros llevamos la verdad revelada. Vamos a ser consecuentes y a obedecer el mandado del Señor. ¡Evangelizar el tercer milenio!