En el ameno huerto deseado

La gracia en Belén

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

Ayer era casi igual a hoy; pero distinto. "Ayer" ha caído en la tumba del pasado;

Cada año me acerco a la gruta de Belén con nueva emoción. Hoy, Navidad, ha nacido de nuevo Cristo en mi vida.

Después de comulgar ha resultado sensible mi experiencia cristiana: Jesús entero en mí. Unido a Él he leído: "Estar con Cristo, mucho más ventajoso, quedar en la carne, más necesario." Durante unos segundos he contemplado su luz llena de resplandor: me he sentido del todo junto a Él en el pesebre. Un amor a Dios inmenso inflamaba mi corazón como nunca. Y contemplaba mi pequeñez total frente a la suya aparente.

Pablo quería partir, pero quedarse en el mundo era útil para los hermanos. Ingente su labor en el Reino de Dios.

Pequeña ha resultado la mía. ¡Y mediocre! Pocas veces ejercité a fondo los talentos depositados en mí por Jesús. Por eso me veía como un pigmeo junto al autor de la santidad. Se me agolpaban las lágrimas en los ojos al tomar conciencia de mi obrar mezquino.

¡Y Dios se hace hombre!

Mis lágrimas eran dulces, confiadas, de arrepentimiento. Con ganas de darme más a Él, con ansia de entrega generosa a cuantos me rodean.

Y escuché en el fondo del alma como una voz que me decía: "Amigo, sigue adelante. Todavía no has hecho en este mundo tu labor principal. Ahora comienzas a aprender: Tu ayuda a los hermanos será del todo eficaz, cuando descubras tu indigencia junto al portal de Belén; cuando la chispa de amor, hoy encendida, haga arder tu corazón de cariño a los demás."