En el ameno huerto deseado
Fe: replandor y niebla
Autor: José María Lorenzo Amelibia
Pagina Web: Mística
Me hablabas de tu afición a las montañas. Ascender las cotas más altas ha sido siempre tu ilusión. Contemplas desde la cima el paisaje en días de sol radiante. Todo invita a la alegría, seguridad y calma confiada. Así es también tu fe: aurora luminosa; paisaje bañado de resplandor; jornada sin ocaso; gozo de contemplar el don de Dios con sosiego de eternidad.
¡Quién pudiera morar por siempre en las montañas y respirar efluvios de trascendencia! Frío y malos caminos; lluvia y ventisca; ascensión penosa; y en las cumbres niebla. Nada de allí se divisa. Hasta parece que tomas el aliento con angustia. Quieres intuir, tras las brumas, panoramas de ilusión y luz. Así es también tu fe. Tinieblas y una esperanza en lejanía; temores y suspiros; deseo no satisfecho de contemplar a Dios.
El Señor te ofrece la ascensión a las alturas en medio de pruebas y dolores. Dios te ha llamado a la santidad en la aridez de caminos pedregosos. Subirás a la cumbre con aflicción y sufrimiento. No temas; sigue adelante. Estás con Cristo redimiendo al hombre. Necesaria la fatiga del alpinista en la escalada. ¡Todo resulta bien empleado si se salva un hombre alejado de su Dios! Y Cristo te premiará en el descanso junto al pozo con el regocijo sereno de su amistad y de su paz.
Continuarás la marcha siempre al lado de Él. No te desanimes. El te eligió para apóstol suyo. Cuando desde la altura divises la Providencia sobre tu vida, alabarás a Dios en el resplandor de la fe.