En el ameno huerto deseado

Estar convencidos

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

Me impresionó una frase leída en el libro de un gran amigo mío: "Los payasos dicen mentiras que parecen verdades; por eso gustan; se les atiende; encantan. En cambio, gran parte de los cristianos (¡oh sacerdotes educadores!) dicen verdades como si fueran mentiras. Sin ilusión; sin convencimiento."

Tremenda afirmación.

A veces me parece que no terminamos de creer en la fe que profesamos. No ha penetrado en nuestro corazón. ¡De qué manera tan distinta sentían nuestros santos!

El Padre Nieto se vio impedido de celebrar Misa un día a causa de un largo viaje. Permaneció en ayunas hasta bien avanzada la tarde, cuando pensó que ya no tendría oportunidad de entregarse al Señor en el Santo Sacrificio. Nieto recordaba muchas veces aquel día aciago en que no se acercó al Altar de Dios. ¿Nosotros? ¡Si se están cerrando las iglesias por incuria de los cristianos y poco celo sacerdotal! ¡Si nos encogemos de hombros cuando contemplamos el panorama de personas descreídas, alejadas de las fuentes de agua viva! Pensamos que es su problema. Y lo que anda en juego es la gloria de Dios, nuestro Padre, y la salvación eterna de las almas. ¡Una eternidad con Dios o alejados de Dios!

"Ay de mí si no evangelizare", decía San Pablo. Si tuviéramos de verdad ojos iluminados por la fe; si estuviéramos convencidos del todo de la verdad en que decimos creer y profesamos, ¿cómo íbamos a soportar impasibles el panorama de tantos hermanos nuestros que pueden perder sus almas?

Señor, incendia nuestro corazón. Abrásalo en el celo por la salvación de las almas. Aumenta nuestra fe y amor a Ti.