En el ameno huerto deseado

Corpus y naturaleza

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

                  

     

Aire fresco mañanero de montaña. Mayo cubre el alto valle con niebla blanca de pureza eucarística. La naturaleza se revestirá de fiesta y gala. El sol se precipita en cascada de luz sobre las cumbres. Mi cuerpo erguido parece tocar el cielo. Me encuentro despejado como el nuevo día. ¡Gracias, Señor, por el placer limpio dispuesto por tu amor en la altura de la sierra para elevarnos más hacia Ti! Una nube inmaculada asciende gozosa por el portillo y extiende su limpieza como alfombra mística para el paso de Dios. Otra, por la izquierda, camina lenta en la escalada. "Ellas" no se ven, pero júntanse en la altura media y funden su identidad en abrazo profundo, símbolo de Eucaristía y alma enamorada.

Ahora el sol, en capricho divino, en la fusión de guedejas nebulosas, dibuja un pequeño arco iris: custodia de las montañas, símbolo sacramental, derroche de hermosura, éxtasis del alma contemplativa. Se oyen las campanas del cercano pueblo que llaman a procesión de homenaje al Amor de los amores.

Tonogo en mis manos un pequeño manojo de flores silvestres. ¡También la vida vegetal desea ser ofrendada al pan Eucarístico; al Cuerpo del Señor! Ansia de eternidad. Unión de tierra y cielo. Aspiración a las alturas. Fusión de la amistad de Cristo con el alma. Abrazo compenetrado de los creyentes. Invitación al banquete eucarístico para todos los peregrinos llamados a la fe.

La naturaleza en esplendor y el Cuerpo de Cristo en el día de su triunfo abrazaron mi alma creyente en una mañana de primavera. De Jesús sacramentado se nutrirá nuestra alma para entregarse por la salvación de los hermanos.