En el ameno huerto deseado

Caminos cerrados

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

Seguro: en alguna época de tu vida - tal vez ahora mismo- has disfrutado de una gran afición a las montañas. ¡Gloria Dios en las alturas! Con frecuencia has comenzado tu ascensión con paso tranquilo por caminos abiertos y luminosos; mas, poco a poco, los escaramujos y zarzas han vallado el sendero haciéndolo desaparecer en la espesura. "No importa, -exclamabas- desharemos lo andado. Unos caminos se cierran y otros se abren."

Has de asumir la vida propia con el espíritu deportivo del montañero de Dios. Años enteros, preparándote para una labor profesional, para una misión apostólica... y, poco a poco, la espesura impide avanzar. El enemigo diablo ha cerrado - piensas - la salidas hacia adelante. No lo eches ahora todo a rodar. ¡Comienza de nuevo! Lanza una y otra vez las redes en el nombre del Señor. Jamás hará el abatimiento nido en tu corazón. Sigue buscando nuevos caminos: en lo humano y en lo trascendente. El tiempo inactivo es signo de perdición. Y si Dios te visita con la enfermedad, -¡recuérdalo!- es el momento de la vía amplia del apostolado. Desde el rincón de tu casa, bien unido al Señor por la oración y el sufrimiento, salvarás más almas que en todas tus anteriores etapas de misión. Te has lanzado por la gran pista y nunca ya encontrarás caminos cerrados.