En el ameno huerto deseado

Buscad las cosas de arriba

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

Va penetrando hasta el fondo de mi ser la imagen de Jesús resucitado: esperanza, alegría, gozo, entrega al único Salvador que nos alienta. Mi alma aspira a las alturas. Quiere volar, seguir a Cristo en su ascensión al Cielo. Pero se encuentra atada a mil seguridades y cuidados, como barca amarrada a tierra firme. Mi Patria no está aquí. Viviré de lleno en el mundo con el afán de ayudar a muchos a descubrir su vocación pasajera en los negocios seculares. Y escuché una voz que me decía: "Rompe tú las ataduras que te impiden navegar." -Señor, respondí. Yo tengo la mente clara. Mis criterios de fe nunca vacilaron. Pero en mi carne han echado raíces el instinto profundo de la seguridad humana, que me acongoja a la hora de arriesgarme hasta las últimas consecuencias. Tú, Señor, me has señalado con el dedo. Escribiste mi nombre en la listas de tus elegidos para dar testimonio, y ahora vacila mi sensibilidad calculadora. Veo tu cuerpo glorioso de Hombre-Dios resucitado. Te veo subir a los cielos y abres las puertas de nuestra mansión eterna de par en par. Yo también quiero seguir tus pasos, Jesús. Olvidar de una vez para siempre estas garantías de pretender mantener todo solucionado.

Hoy mi oración es de entrega absoluta. Reduje con frecuencia esa meditación reposada junto al calor de tu presencia eucarística. Guíame, como deseaba el salmista, "por la vía antigua". Y entonces, sí, aspiraré de verdad hacia las alturas; se abrirán mis ojos a una firme esperanza; y animaré a mis hermanos a peregrinar gozosos con la total acción en el suelo y la mirada puesta en la Patria, donde Tú nos esperas.