En el ameno huerto deseado

Aprovechar el tiempo

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

Recuerdas aquella plática inolvidable de tu años mozos. Parece que todavía resuenan en tus oídos las palabras del predicador: "Aprovechad el tiempo hasta los últimos minutos, despreciados por muchos. Vuestra cultura se va tejiendo del estudio largo y de los retazos breves que la oportuniad os depara."

Aprendiste para siempre aquella lección. Desde entonces tu vida comenzó a cambiar. Lograste atesorar caudales de sabiduría y tu existencia se fue transformando en la de hombre intelectual.

No perdías la paz en tu espíritu, y todo programabas: desde el trabajo y negocio hasta las horas de descanso y solaz. La vida en ti resultaba fecunda.

Dabas importancia a los contactos con la gente, y, a fuer de sincero, reconoces que siempre tu intención última era, no buscar una distracción recreativa, sino ayudar, alegrar a los otros, darles un poco el mensaje de amor que guardabas en tu interior, y tomar tú mismo bríos de las mieles de la amistad sincera. Sólo menguaba en tu programa diario el tiempo dedicado a la oración.

"Día sin lectura - decías -, jornada perdida. Día sin un coloquio profundo o sin ayudar a otros, puro egoísmo y miseria."

Lo de aflojar en la meditación y trato íntimo con el Señor, te dolía menos. -"Mañana practicaré más rato, pensabas. A fin de cuentas, toda la vida es oración. Y por supuesto, los cortos momentos que dedico a estar con Dios "ex profeso" durante el día, son de una intensidad plena. Compensaré así mi falta de tiempo."

Hoy el Señor ha cambiado tu manera de pensar. Hoy experimentas la necesidad de dedicar una hora o más al contacto directo con el Señor, que te robó el corazón desde tu primera juventud. Hoy has llegado a comprender lo único necesario: tu amor a Dios, traducido en horas largas de contemplación, y tu entrega amorosa al prójimo, como exigencia del embeleso pleno por El.

¡Bendito sea el tiempo de total entrega al Señor!