En el ameno huerto deseado

Agua viva

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

Haz la prueba conmigo. Toma ahora en tus manos el libro de los Evangelios y ábrelo. Precisamente en Juan 4, 14. Lo habrás leído decenas de veces; pero hoy va a ser distinto: "El que beba del agua que yo le daré, no tendrá jamás sed, sino el agua que le dé se hará en él una fuente que brote hasta la vida eterna."

Gozamos ya de años de experiencia: lo hemos comprobado día a día. Temporadas en que ponemos nuestro corazón en las cosas de este mundo, nos encontramos como sedientos; con hambre de más; insatisfechos; ansiosos.

Ahora volvemos a esta fuente de aguas vivas. Todo queda en paz y en la alegría de la voluntad de Dios cumplida.

"Beberemos aguas con gozo de las fuentes del Salvador." Vamos a acercarnos a este templo de aguas vivas; a Jesús. Este líquido celestial nos vuelve locos, pero locos de amor y de santidad. Somos los enamorados de Dios. Llegamos a gozar cuando triunfa la alabanza al Señor; cuando la gente cree, espera y se entrega al Amor. Y comprendemos las locuras del de Asís que exclamaba a voces y lloraba gritando: "No es amado el Amor; no es amado el Amor."

Después de haber comprendido la misericordia de Jesús, ¡qué desgracia ver al mundo alejado, ver almas sacerdotales que sólo piensan en destacar delante de los demás, en ejercer su poder. ¡Y qué incongruencia y angustia verme a mí mismo tantas veces renqueando en los caminos de la virtud.

Señor, ¡cuándo nos embriagará el agua viva de tu amor; cuándo nos convertirá "en otro hombre y con otro entendimiento", como sucedió con Ignacio de Loyola y tantos santos que han transformado grandes sectores de la humanidad