En el ameno huerto deseado

Adora a tu Señor

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                     

 

No es tiempo perdido el dedicado a la adoración de tu Dios. El fuego se consume en la fragua mientras doblega al hierro; y arde en llama viva en lamparillas de sagrario.

Tu vida es fragua y horno de calor y temple de espíritu. Y tu existencia, alabanza expresa a tu Señor: ¡Destello de eternidad!

Contempla desde la altura solitaria de la sierra, aislado de distracciones, la Omnipotencia, Sabiduría, Grandeza y Eternidad del Creador. Advertirás un ligero desmayo; un escaparse tu mente hacia la inmensidad. Has intuido algo la maravilla de tu Dios.

Muéstrale tu adoración.

Es momento de gozar con el Señor de su Hermosura; ofrecerle tu pequeñez, el don de tu libertad, la nobleza de tu razón.

El es Bueno. Santo. Lleno de gloria. De nadie necesita. Nada le hace falta.

Pero no aspires tan sólo a complacerte en los bienes de tu Dios. Ni siquiera es suficiente desear que todo el mundo le sirva, le conozca y ame. Es necesario que en tu adoración te entregues del todo a El, y salgas a la vida diaria dispuesto a cumplir su voluntad.

Nada le supliques hoy. Adórale, ofrécete y regresa de nuevo al monte o al Sagrario en afán de alabanza y loa de su majestad. Verás cómo vuelves con la decisión de amor constante a los hermanos y cumplido deseo de servirles.

Que un buen adorador será siempre buen cristiano.