En el ameno huerto deseado

El año que comienza, y el que se fue

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

                  

     

Ayer era casi igual a hoy; pero distinto. "Ayer" ha caído en la tumba del pasado; el primer año del siglo XXI está tan lejos como el siglo XX, como todos los milenios pretéritos, porque ya nunca volverá. Como caerá el "hoy", mañana. Como va cayendo mi juventud de antaño. Pero lo digo sin nostalgia, con el gozo supremo de quien confía en el Padre.

El paso del tiempo, contemplado en los inicios del año, me invita a la humildad. Amigo del "Ameno Huerto": estos han sido mis pensamientos en la Noche Vieja y el Año Nuevo que comenzamos. (Y ojalá no te sirvan, porque los tengas ya superados):

Siempre aborrecí la soberbia. Me parecía vino diabólico:¿cómo una simple criatura podría presumir delante de Dios? Y así, disfrutaba en una humildad etérea; la del año nuevo; la de la propia juventud. Incluso, sin plantearlo del todo en mi conciencia, me veía mejor que gran parte de los vecinos y conocidos. Igual o parecido a los más selectos.

Pero esto no es humildad. Me lo enseñó ayer el año agonizante. He de profundizar en mí mismo. ¡Cuántas faltas y pecados desde los albores de mi existencia! Yo, mimado de Dios, ¿podré presumir de otra cosa que de derrochador pródigo de los tesoros del padre? ¿Qué he hecho por mis hermanos ignorantes, pecadores, marginados? ¿He entregado mi tiempo, mi dinero, mi amor como los santos?

Y miro a Cristo hecho niño y nacido en un establo, "obediente hasta la muerte, y muerte de cruz." Él aceptó afrentas, desprecios y humillaciones. ¿De qué podré presumir? Exclamaré con el Publicano: "Jesús, ten misericordia de mí."