Ejemplos de Vida

Don Félix Beltrán, la vida contemplativa

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

El 18 de diciembre de 1999, dejaba este mundo Don Félix Beltrán. Sacerdote verdaderamente santo a los ojos de muchos, sin que con ello queramos prevenir el juicio de la Iglesia. Quisiéramos calar profundamente en su interior para conseguir transmitir lo que hacia él sentíamos, pero cuando se trata de reflejar la intimidad de una persona con Dios, no es tarea fácil. Don Félix era un enamorado de Dios y de su sacerdocio, y un hombre que trabajó y se deshizo por conseguir un aumento de la santidad en sus compañeros los sacerdotes.

DON FÉLIX EN LA SANTIFICACIÓN DE LAS RELIGIOSAS

Los Ejercicios Espirituales entraron en crisis en la década de los setenta. A pesar de todo D. Félix los ha seguido impartiendo hasta el final de su vida, sobre todo a sacerdotes y almas contemplativas. Por aquellos años, el Arzobispo de Madrid le encomendó el pastoreo espiritual en la vida contemplativa, sobre todo en conventos de religiosas de clausura. En aquel momento se vio precisado a abandonar el Oratorio de San Felipe de Neri. Entonces fue nombrado capellán de las Religiosas Franciscanas Concepcionistas de Las Rozas. Desde este puesto atendía no solamente a "sus monjitas", también impartía retiros y pláticas en la mayor parte de los conventos de la diócesis. Las religiosas siempre lo han recordado a pesar del tiempo transcurrido. Don Félix para estas fuerzas vivas de la "intendencia apostólica" ha sido en Madrid una institución.

SE RETIRA A ALCUÉSCAR

Cuando llegó a los setenta años pensó nuestro sacerdote que había llegado el momento de entregarse él mismo a la vida contemplativa. Solía decir: "He dedicado mi existencia a hablar a las almas, de Dios; ahora, en mi ancianidad, me entregaré de lleno a la oración para hablar más a Dios, de las almas". Y ni corto ni perezoso deja la capital de España y marcha, con la venia de su Arzobispo, a un lugar lejano de la geografía hispana, Alcuéscar, en la provincia de Cáceres, a la congregación fundada por Don Leocadio Galán, "Esclavos de María y de los pobres". Es una institución de sacerdotes dedicados a la oración y al cuidado de los enfermos. Alcuéscar es un foco de espiritualidad en toda aquella zona; por eso le cautivaba a don Félix Beltrán. Además tuvo la suerte de estar en contacto, ser amigo y confidente de Don Leocadio, el fundador de aquel oasis de salud corporal y espiritual. Hoy este sacerdote amigo de don Félix está en camino de ser elevado a los altares; se inició su causa de canonización en el año 2000.

Orar, madrugar, dar algún paseo por la "Balsa del Cura" y... escribir. Nuestro padre Beltrán era incapaz de descansar. Hubo de dedicarse ahora a la pluma; un nuevo apostolado. Fueron varias las revistas de espiritualidad en las que colaboró. Publicó distintos folletos y en esta época llevó a la imprenta la obra literaria de su vida: "El sacerdote de hoy y de siempre".

Con emoción alegre, he leído decenas de veces el libro de Don Félix Beltrán. Son páginas de un enamorado de Cristo y del Sacerdocio. Y no se puede leer con indiferencia una obra escrita con el corazón; un tesoro de vivencia sacerdotal. Es un libro para leerlo de prisa la primera vez, porque cautiva desde el comienzo. Pero después saborearlo línea a línea con una cierta "glotonería" espiritual. He ido marcando con una cruz gran número de párrafos para repasarlos después en cualquier momento.

Libro profundo y ameno al mismo tiempo. Cautiva, anima a enamorarse de Cristo, del sacerdocio y entrega al prójimo, de la vida religiosa y apostólica.

Buen regalo para unas bodas de plata u oro de vida consagrada; buen obsequio para un misacantano o para quien ha practicado los ejercicios espirituales. Me da la impresión de que el autor - sin pretenderlo - ha realizado a través de las páginas su autorretrato. Alabemos a Dios "porque se ha fijado en la humildad de su siervo". Sólo conozco al escritor a través de esta obra. Merece la pena tener consigo, condensado en cuatrocientas páginas, a un padre en la fe.

Sólo cito algún capítulo de su índice como botón de muestra: Vivencia gozosa de nuestro sacerdocio; enamorarse de Jesús; no tengáis miedo a Jesucristo; santidad sacerdotal; ministerio de la Palabra; celo pastoral; amistad sacerdotal.