Reflexiones desde la debilidad

Soy agnóstico, pero...

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

Me ha impresionado la conversación mantenida hace una temporada con un hombre joven agnóstico. Él había gozado durante su infancia y juventud del don de la fe. Después, todo se le había venido abajo "como un castillo de naipes". Tales eran sus palabras. Ya no practicaba con la Iglesia; en nada creía. Se llamaba a sí mismo "no creyente".

-"Mira - me decía - yo no profeso la fe; pero me gusta hablar con personas que creen. No sé por qué será." Y comenzó a exponerme toda una serie de negaciones, teorías y dudas. Nada veía claro, mas por si acaso, lo negaba todo.

No me pareció lógica su postura y se lo dije abiertamente. Pero suele ser frecuente en quienes abandonaron toda práctica de religión tal esta postura incongruente.

Algunos días más tarde le argumenté así: "¿No te parece lógico y prudente - POR SI ACASO- pedir con humildad a Dios la luz de la fe? Te acompañaré con mi oración. Tu honradez es grande, y si le pides a Dios su ayuda, Él te la dará."

Así quedaron las cosas. No me dijo ni que sí ni que no. Nosotros vamos a rezar al Señor por estos hombres que tanto lo necesitan, aunque no se den cuenta. En la realidad, están en apuros.

Pero algo más se me ocurre con relación a lo nuestro, querido enfermo. ¿Te encuentras en una situación algo parecida? El demonio o ciertas circunstancias ambientales a veces se aprovechan de nuestra debilidad física para ensartar en el espíritu una serie de dudas. Ha llegado la prueba. Habías dejado aparcada la reflexión trascendente: ¡otro día; hoy no! Nada ves ahora claro. Nunca se acercaba la ocasión. Pero estos días el tiempo te sobra. Comienzan a causar tedio en tu espíritu asuntos y amistades que antes ocupaban tu mente y corazón.

El agnóstico, si emplea la lógica más elemental, verá la misma probabilidad de acertar sus "dogmas" de increencia que nuestras verdades de fe. Y, si es prudente en lo humano, nunca abandonará los caminos que puedan retornarle a Dios. El "por si acaso" puede ser un primer peldaño de conversión.

Tú y yo hemos de pedir todos los días el don de la fe; la perseverancia en el bien. Y vamos a considerar lo que nos dice San Pablo: "Mi justo vivirá de la fe... nosotros somos de los que perseveran fieles para ganar el alma" (1)

(1) Heb. 10,38