Reflexiones desde la debilidad

¿Sólo orar?

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística         

      

     

Un accidente fue la causa de que Antonio López hubiera de vivir atado a una silla de ruedas. No pudo ejercer más su profesión de taxista.

Una artrosis precoz impidió a Consuelo desempeñar su función de enfermera.

-¿Qué puedo hacer ahora?. Se preguntaron los dos. Ambos habían recibido en su infancia y juventud profunda educación religiosa. Antonio había soñado durante mucho tiempo con la vida contemplativa, pero no logró realizar sus deseos, por la necesidad de atender a sus padres ancianos. A Consuelo, en cambio, nunca se le había pasado por la imaginación ser monja.

Los dos - cada uno por su parte- llegaron a parecidas conclusiones después de serena reflexión. Ambos habían conseguido por incapacidad laboral, una pensión modesta que les permitía enfrentarse a la situación económica. Disfrutaban asimismo de la asistencia necesaria a domicilio y, sin gran dificultad, pueden ahora dedicarse a la vida contemplativa. Antonio bendice a Dios que ha escrito derecho en su vida con líneas torcidas. Consuelo ha resuelto con gozo su verdadera vocación.

A veces nos cuesta dar con lo nuestro. Estamos como insatisfechos en la vida. Un algo extraño y desconocido parece faltarnos para realizar nuestra propia existencia. De pronto, un acontecimiento inesperado: accidente, enfermedad, muerte de un ser querido, fracaso humillante... hacen dar un giro de ciento ochenta grados a nuestra persona, y aparece ante nosotros un horizonte nuevo. Y puede resultar en algunas circunstancias como una nueva conversión.

La enfermedad en tu caso puede abrirte las puertas de la contemplación, como a Antonio y Consuelo. Entrar con paz en este castillo interior tan necesario para la Iglesia. Ser desde ahora como raíces que enviarán la savia a todo el árbol frondoso del Reino. Hoy más que nunca necesita el Pueblo de Dios grandes orantes. Observamos un bajón enorme en el espíritu de fe, y las costumbres cristianas en muchos lugares se reducen a una especie de folklore religioso. Es necesaria hoy más que nunca la palanca de la vida contemplativa, la oración constante. ¡Oh, si todos los enfermos e impedidos consagraran su vida a la alabanza de Dios y a ser motor del Cuerpo Místico de Cristo! Pronto se notaría en nuestra Iglesia. ¿Por qué no comienzas hoy?