Reflexiones desde la debilidad

¿Quienes son mas felices en año nuevo?

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

En 1997 pasé la Noche Vieja como siempre, en familia. Una cena moderada y después de dar gracias a Dios por el nuevo año, contentos, nos retiramos. Por la calle se oían gritos y canciones baratas. Aquella noche transcurrió para mí más deprisa que nunca. Cuando amanecía, me dirigí a Misa.

Me encuentro en la calle con un chico que llevaba unas copas de más. (Y la había cogido "llorona"). Entre sollozos, con mala articulación me dice:

- "¿A dónde vas, peregrino?"

- "A la iglesia", le contesto.

- "Ay, quién pudiera creer como tú", responde.

La misma tarde de Año Nuevo marché a visitar a un amigo ingresado en la clínica. Allí no hubo juerga la noche anterior. Parecía un mundo distinto. Tenía mi compañero un virus raro, y hacía más de dos meses que se encontraba de baja. Los síntomas no eran como para mostrarse demasiado optimista, pero su rostro aparecía sonriente.

-"Feliz año", me dijo, sin darme tiempo a que yo abriera los labios. "¿Qué tal ambiente hay."

Le conté mis impresiones de las primeras horas de la mañana. El respondió:

- "¡Una pena por ellos! Yo, en cambio, nunca he pasado una Noche Vieja más tranquilo, ni año nuevo con tanto gozo interior. Esta mañana el capellán del Centro me ha traído la Comunión; todavía no puedo levantarme para ir a Misa. Me siento feliz, porque he llegado a darme cuenta de que soy útil a Jesucristo desde la cruz de esta cama. Por otra parte, dolores no tengo."

Cuando le escuché, en mi memoria se agolparon mil recuerdos de tiempos de mi juventud en que nos contaban cosas semejantes en los Ejercicios Espirituales.

Y pienso: ¿Quiénes son más felices, los jóvenes que se dejan llevar por sus instintos o los enfermos que viven en paz confiados en los brazos de Dios Providencia?

Comienza el año. Tal vez aparezca un gran interrogante en tu vida. Mi mejor deseo para ti es: colócate con tu deseo en el mismo Corazón de Jesucristo. Y dile: "Yo me ocuparé de ti y de tus cosas: Tú, Señor, te ocuparás de mí y de las mías."

Así la paz inundará tu alma. Tendrás una gran ilusión muy real. Serás de los predilectos de Dios. A nadie envidiarás.