Reflexiones desde la debilidad

Los enfermos y el Padre Nieto

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

Su fama de santidad se extendió sobre manera entre los pobres y enfermos de Comillas. Para ellos era su amor de predilección; constituían la niña de sus ojos.

Con frecuencia periódica visitaba por los años cuarenta a un tal Amador, joven tuberculoso en fase terminal. Sufría mucho aquel enfermo. Desahogaba su dolor y angustia junto al hombre de Dios cada jornada. Una mañana le dice el P. Nieto:

"¡Ay Amador, Amador, qué envidia me das; qué cielo tan grande te estás ganando! A gusto me cambiaría contigo. Pídele a Dios que me dé tu enfermedad y a ti te devuelva la salud." Y se lo decía con toda sinceridad; no por el mero hecho de consolarle. El P. Nieto a gusto hubiese hecho el trueque. Era consciente de la frase de San Pablo: "Los sufrimientos de esta vida no tienen comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros."

Enfermo amigo: no mires tu dolencia como una desgracia. El único mal absoluto del mundo es separarse de Dios por el pecado. Todo lo demás será desagradable o males relativos consecuencia del pecado. Levanta el ánimo y sonríe. Estás labrando día a día tu gran tesoro. Puesto el corazón en Dios, ofreciéndole tus obras por la mañana, eres motor auténtico para que el Señor derrame su gracia sobre tantos hombres separados de El.

Merece la pena saber aceptar la enfermedad y el dolor con todas sus consecuencias. Como supo hacerlo Amador con la ayuda espiritual del P. Nieto.