Reflexiones desde la debilidad

Con la boca o el pie

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística         

      

     

Todos los años, cuando se acerca la Navidad, llega a mi casa un sobre gordo con un calendario y unas cuantas felicitaciones pascuales

¡Cerca de siete lustros con una constancia absoluta! Más de uno de los lectores ya saben a qué me refiero, porque ellos también lo reciben. Se trata de verdaderas obras de arte en dibujo y pintura, realizadas por hombres o mujeres que utilizan la boca o el pie como medio de expresión plástica.

Han constituido este grupo de personas la "Asociación de Pintores con la Boca y el Pie". A todos ellos une algo común: han perdido el uso de sus manos. Son grandes minusválidos. Este año nos dicen en su hoja de propaganda - oferta: "Si le agrada nuestra obra, colabore; nos proporcionará autoestima y dignidad al saber que somos capaces de no ser una carga para la sociedad, teniendo nuestra independencia económica y creativa de por vida." (1).

A los amigos y amigas: Morillo, Parreño, Vázquez, Palomo, Moreno, Alvarez, Bernal, Lorenzo, Martínez Valdés, y a otros cuyo nombre desconocemos: No sólo tenéis categoría para no ser una carga, sino que vuestra vida es un testimonio de fortaleza, inteligencia, decisión, alegría y esperanza, ¡ETC.! Y pongo esta palabra abreviatura porque no cabría en un corto artículo la enumeración de todas las virtudes y cualidades de que sois ejemplo.

Porque, además, esta Asociación no se cierra en sí misma, ofrece a personas con esta clase de minusvalías una beca para su perfeccionamiento en pintura, y así lanzarse con ellos a esta tarea maravillosa de los artistas que pintan con la boca y el pie.

Seguramente que todos conocen la anécdota de Demóstenes. Era tartamudo y nadie en su caso hubiera soñado en llegar a ser un mediano charlatán. Pues bien, ha pasado a la Historia como uno de los grandes oradores que han existido. ¿Cómo lo consiguió? Metía en su boca pequeñas piedrecillas, y se esforzaba por hablar bien con esta nueva dificultad añadida a su naturaleza tan pobre en el uso de la palabra.

No sé. Pero tiene que darnos vergüenza ahora el habernos quejado de pequeños problemas; el habernos hundido ante las primeras dificultades de la vida, viendo a toda esta gente del pasado y de ahora luchar con decisión y alegría.

¡Qué testimonio ante quienes a la primera de cambio sienten la tentación de echarlo todo a rodar!

Que surjan imitadores.