Reflexiones desde la debilidad

Asomarse

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

En más de una ocasión has visitado, querido enfermo, al igual que yo un templo de Madres Clarisas. Allí has visto en exposición permanente la Sagrada Eucaristía. Pero, ¿te has preguntado alguna vez quién fue Santa Clara? ¿Vivió siempre en un éxtasis de amor y dulzuras eucarísticas? Nada de eso. Merece la pena asomarse de vez en cuando al mundo de los santos y héroes.

Cuenta el clásico escritor de espiritualidad, P. Rodríguez, que santa Clara siempre estaba enferma: veintiocho años así. ¡Se dice pronto! La paciencia hubo de ser la virtud de su vida. Nunca se quejaba ni murmuraba. Daba en cambio gracias a Dios por sus dolencias. Su confesor la consolaba, pero ella le respondió en una ocasión: "Después que conocí la gracia de Cristo por su siervo Francisco, ninguna enfermedad fue dura para mí; ninguna penitencia pesada."

También hoy día existen personas que saben tomar la enfermedad como algo venido de la mano de Dios. Recuerdo ahora el caso de un señor: "El hombre alegre del hospital" le llamaban algunos. Sentado en su cama, parecía más un individuo en día de fiesta que un enfermo. Bromeaba con todos; animaba a sanos y dolientes. Hasta cantaba a media voz alguna jota de la Ribera. Cuando me enteré de su drama, se me hizo un nudo en la garganta: aquel hombre alegre, sonriente y amable, había sufrido un accidente y hubieron de amputarle las dos piernas. Jamás podría levantarse de una silla de ruedas.

No es que vayamos a consolarnos con aquello de "mal de muchos, consuelo de tontos", pero sí tomar ejemplo de quienes han logrado asumir la enfermedad, como venida de la mano de Dios, como la preparación mejor para la vida eterna.

¿Cómo será el encuentro con el Padre para aquellos que desde la palestra del lecho del dolor han sabido animar y consolar a sus compañeros y semejantes? Pueden decir con San Pablo en voz alta: "Tengo por cierto que los padecimientos de esta vida no son nada en comparación de la gloria que ha de manifestarse en nosotros."