Reflexiones desde la debilidad

Animas de Estella

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

                  

     

Los años de mi niñez y juventud transcurrieron en la ciudad de Estella. Gran parte de mis recuerdos de ahora surgen de aquellos inolvidables días.

Invariablemente en la fecha de Animas y Todos los Santos viene a mi memoria el auroro Juániz que en las madrugadas festivas recorría las calles entonando cantos, y rezando un Padre Nuestro y Ave María por las benditas ánimas del purgatorio.

Pero lo que de verdad impresionaba mi imaginación infantil eran los entierros. Cuando fallecía una persona, las campanas de la parroquia tañían tristes durante diez minutos para invitar a todo el pueblo a rezar por el difunto. Al día siguiente el cortejo fúnebre, recorría las calles hacia la iglesia.

A mí aquellas frecuentes procesiones me resultaban algo macabro. Como de mal gusto. Y ni corto ni perezoso me dirigí al sr. Párroco con una "feliz" iniciativa:

- "¿Por qué no evitar este triste espectáculo? - le dije. Podía realizarse el recorrido con el coche de la funeraria, y las personas aguardarían en el templo, como ya lo vienen haciendo en las ciudades mayores."

El sacerdote, hombre de fe acrisolada, celoso pastor de almas, me respondió: -"No. Seguiremos así. Es bueno que todos se den cuenta de nuestro destino. Se trata de una meditación muy eficaz de las postrimerías. En este mundo estamos de paso. Con frecuencia los fieles olvidan esta realidad. Y es necesario estar preparados."

Esta sabia respuesta nunca he olvidado.

Por fin han triunfado aquellas mis iniciativas juveniles. Se tiende en todos los lugares a disimular la muerte. Pero ¿será un acierto?

¡"Piensa en tus postrimerías y no pecarás"! Muchas veces he meditado en esta frase llena de sabiduría cristiana. Y me ha servido de estímulo para cumplir los mandamientos, para perdonar faenas que me han hecho, para ayudar con ánimo generoso a mis semejantes. Jamás estas consideraciones me han envuelto en la tristeza.

Hoy se van suprimiendo en todas las partes unas costumbres que se nos antojan macabras. Pero no vamos a caer en la táctica del avestruz. A nada conduce.

No añoro la vuelta a los ancestros que no riman con los tiempos. Mas nunca pasará de moda la meditación de la muerte y de las verdades eternas. El Arzobispo de Pamplona nos lo recordó en su pastoral programática: "Tenemos que reconocer algunas pérdidas no justificadas: (entre otras) "el silenciamiento de temas decisivos en la predicación, como pecado - gracia, novísimos, referencias explícitas a Dios."

Señor, Señor, ya estemos enfermos o sanos vamos a recordar con gozo que nuestra patria definitiva no está aquí. Y aprenderemos a vivir en consecuencia: con alegría y esperanza.