Confidencias a un amigo sacerdote o religioso

En Navidad, silencio de Dios, silencio interior

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

                  

     

No te asustes si en esta Navidad no escuchas la música de los ángeles, ni si Jesús Niño guarda silencio en tu alma. A algunos desorienta el silencio de Dios. Años aguardando su consuelo, su don; que las cosas, al menos las de la vida interior se vayan arreglando. Y siempre con los propios defectos. Siempre luchando con la pereza. Y siempre diré como el Hijo Pródigo: "Me levantaré e iré al Padre".

Impresiona que el primer domingo de Navidad la liturgia de la Misa en su Introito cante: "En medio del silencio ocurrían todas las cosas..." Profundidad del silencio que con frecuencia nos desconcierta.

Un amigo me decía que él ya se había acostumbrado al silencio de Dios. Y afirmaba: Dios nos habla, pero de una manera distinta. Tenemos su Palabra revelada; tenemos los acontecimientos de cada día; y esa paz que nos acompaña durante la jornada, como respuesta gratificante a nuestra oración humilde.

Ese "silencio de Dios" se "escucha" en profundidad dentro del recogimiento y silencio interior. Es necesario comentarlo algunas veces en nuestras reuniones de amigos en la fe. Ya que hoy no vemos demasiados "padres espirituales", vamos a constituir grupos de amigos. Nos animaremos en esto, porque todo lo del mundo es como basura. Dios es lo único necesario.

Buscar todos los días el reposo del alma en la oración, en la lectura espiritual, en un rato de soledad para meditar. Antes le llamaban a todo esto recogimiento interior. Buscarlo "en medio del silencio". Allí comprenderemos el silencio de Dios

A esto no deben aspirar sólo los monjes enclaustrados, sino también quienes estamos metidos en el mundo con un ideal de consagrados al servicio del Señor. ¡Y también los seglares; que no somos castas diferentes! Todos vamos a ver y gustar qué suave es el Señor, como decía aquella melodía.

No resulta fácil este recogimiento, pero compensa de verdad. A fin de cuentas aquí no estamos para pasárnoslo bien, sino para servir a Dios.

Voy a procurar meterme en lo más hondo de mi corazón y allí me encontraré con Dios. Cada vez más. Es "lo único necesario". El tiempo mejor empleado. ¿Para qué estar siempre trabajando y no dedicar buenos ratos a lo que ha de ser nuestra ocupación eterna?

Cada vez debemos agarrarnos más a la fe. No son ya muchos los años de vida. La mayor parte ya los hemos consumido, quienes ya pasamos de los cincuenta. Y la fe la veo yo cada día más esencial a nuestro existir y cada vez más oscura. Menos mal que de vez en cuando el Señor me envía un destello de su luz para que no me desaliente. Entonces todo parece concordar a la perfección. En el puzle no falta ninguna pieza. Pero luego el ambiente del mundo es terrible. Va ganando, sin querer, terreno en el propio corazón. Esta vida es lucha continua.