Confidencias a un amigo sacerdote o religioso

El demonio

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

Mucha gente hoy no cree en el demonio; todo lo quieren interpretar por medios naturales. Sin embargo aparece clara en la Biblia la figura del padre de la perdición. También es el padre de la mentira. Él nos tienta por nuestra parte más débil. Pensamientos de vanidad nos está sugiriendo en todos los momentos. Suele decirnos algunas verdades y "aconsejarnos" bien en apariencia. Y con frecuencia "goza" a causa de nuestros consuelos en la oración, porque de esta manera nos va entrando el orgullo de vernos superiores a otros. San Juan de Avila nos avisa para que mucho consideremos esto y no nos dejemos vencer.

He leído en San Juan de Avila: es grande la misericordia de Dios algunas veces, cuando concede por mucho tiempo a las personas guardarlas dentro de sí, para que no sufran la guerra tremenda del demonio. Otras veces, como en el caso de Job, nos tortura con su continua tentación. También entonces está el Señor junto a nosotros.

La verdadera honra y dignidad nuestra no consiste en ser consolado en la oración, sino en que Dios nos ame y nos dé su gracia. Vamos a confiar en lo dicho por San Pablo: quien comenzó en nosotros el bien, lo acabará.

Cuando de verdad ataca fuerte el demonio es en los momentos de iniciar la noche oscura del alma. Entonces nos desanima, nos convence de que no estamos llamados a la santidad: "eso para otros; no para ti" - nos dice el Maligno. Y de esta manera, poco a poco, de su mano llegamos a la tibieza.

Yo, por desgracia, he permanecido varios años así. Un día el Señor me despertó de este sueño. A lo mejor te ha ocurrido a ti lo mismo. Ahora vamos a permanecer alerta; a seguir en la oscuridad de la noche "sin otra luz y guía que la que en el corazón ardía."

Suele dar mucho sufrimiento que a pesar de la determinación propia de servir a Dios, a pesar de llevar años intentándolo, pasar por largas temporadas de sequedad. Parecemos los eternos principiantes. Yo pienso en esos momentos: lo importante es amar a Dios, y el amor no está en el sentimiento, sino en la voluntad.

Quiero servirle siempre. Te lo digo a ti porque tú también lo deseas. Piénsalo: Jesús estuvo en la cruz desnudo, sin ningún consuelo y sí con mucho dolor.

En teoría lo sabemos: no debemos estar asidos al Señor por sus consuelos, pero a la hora de no sentir nada, de no tener ni el consuelo de las cosas del mundo ni el de Dios, cuánto se sufre.

Mas tú, Señor, estás junto a nosotros en medio de la noche. Aun cuando el demonio "merodee a nuestro rededor como león rugiente viendo a quién devorar", nuestro Padre se encuentra muy cerca para cobijarnos "bajo sus alas". En ti, Señor, esperamos.