Confidencias a un amigo sacerdote o religioso

Cuaresma, desapego y compunción

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

                  

     

Estamos en tiempo de cuaresma, cuando la liturgia nos invita a examinar nuestra vida interior; dolernos de nuestros pecados; confesarnos bien, con renovado dolor y firme propósito. Algunas veces me parece que voy adelantando en la virtud. Pero muy pronto me doy cuenta de que de eso, muy poco. Observo mi gran apego a cantidad de cosas: la casa, familia, amigos, calor, comodidad, puesto de trabajo, ciertos postres... Después de tanto tiempo con interés espiritual, apenas he adelantado.

Ya lo has leído muchas veces, como yo también: coinciden San Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Teología de la perfección, todos: No hay más remedio para avanzar en la vida interior con relación a Dios que quitar apegos.

Cuando somos conscientes de esto y nos convencemos, nos damos cuenta de la gran dificultad. No hay más remedio que pedirle a Dios fuerza para cada día. ¿Cuáles son mis apegos? Creo que esta es la primera pregunta por la que debemos comenzar. Y ser luego consecuentes.

¡Y pensar que San Ignacio de Loyola decía que en el tiempo de un avemaría se quedaría con gran paz, si le suprimían la Compañía de Jesús! Afortunadamente de algunas cosas ya voy prescindiendo, pero¡cuánto cuesta!

Tenemos que trabajar por ser como Job: "Dios me lo dio, Dios me lo quitó; bendito sea el Señor". Poseer, como si no poseyéramos. Dentro de poco tiempo hemos de dejar todo. Más vale separarse ya afectivamente de todo. Eso no quiere decir que vamos a ser indiferentes; más bien todo lo contrario. Creo que mi relación con los demás será más afectuosa y generosa si no guardo apegos.

El corazón debe estar abierto del todo al cielo, a Dios, a sus hijos, y cerrado a tantas cosas caducas. Vamos a pedirle esto al Señor. Los unos por los otros, ya que disfrutamos del mismo ideal.

Y después de todo, fomentar la compunción de corazón.

Veo mi grandeza cristiana. Basta leer y meditar en cualquier libro de espiritualidad. ¿No te ocurre a ti también? Consciente de esta grandeza o dignidad, comienzas a avanzar por el camino de Dios, lleno de gozo. Por una parte te desahogas con Dios en amor. Por otra, ves tu miseria, las pequeñas o grandes infidelidades y quedas como abrumado bajo un gran peso.

¿Qué he hecho yo que mi amistad procuras? - le dices al Señor. Y sientes tu filiación divina, ser miembro de Dios, imagen viva de Dios, templo vivo de la Santísima Trinidad. ¿Cómo no habré sabido cumplir mejor la voluntad de Dios? Y nuevamente la compunción del corazón brota a tu alma como única respuesta.

Confusión y amor. Humildad y deseos de generosidad. Ganas de llorar, pero dentro de una gran paz interior.