Confidencias a un amigo sacerdote o religioso

Aprovechar el tiempo

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

                  

     

Casi desde pequeño me obsesionaba el tema de aprovechar el tiempo. Lo considero como un don de Dios; desde mi primera juventud infundió el Señor en mi alma este profundo sentimiento. Y he sido avaro del tiempo para formarme: lectura, estudio, teología, literatura, arte. A todo le pegaba. Son varios miles los libros he leídos durante mi vida. Muchísimas horas he dedicado al estudio.

No reniego de todo eso. Al fin y al cabo me ha servido para ser más útil a los demás en mi profesión. Pero experimento ahora en mí mismo la necesidad de recuperar el tiempo perdido para la oración y adoración a Dios. Mi vida así resulta más útil para entregarme al apostolado, para amar más al prójimo, para dar mejor ejemplo.

Quisiera disponer de la fuerza magnética de los santos. Ellos arrastraban. Quisiera sacar de la oración vigor para convencer, para ser mejor y para que aumente en las personas la fe y el amor.

No sé si te sucederá lo mismo. Yo me doy cuenta: toda mi vida pasada ha resultado una serie de tanteos a ciegas. Si no hubiera sido por la misericordia de Dios, habrían terminado en desastre. Ahora confío con una gran esperanza: mi vida se va encauzando, pero todavía sigo a tientas. Dios va poniendo orden ya dentro de mi confusión. Veo su mano de providencia. Poco a poco, con su gracia, espero pueda serle fiel.

La informe masa del pasado ha llevado consigo una especie de designio: lo fácil, lo agradable. Lo duro, lo trágico, ha sido planeado de alguna manera por Dios para provecho de mi alma.

Por todo ello me lleno de gratitud a Dios y a la vez de confusión, de paz y de confianza. Sin embargo el temor asoma a cada paso en mi caminar. El más allá es oscuro y mi vida pasada también. Confío en Dios Padre de misericordia y con su ayuda seguiré caminando.

Quisiera darme cuenta: la mayoría de las personas actúan de buena fe. Quisiera así comprender mejor a todos y criticar menos. Todos somos limitados. Y le pido a Dios su ayuda para comprender y para amar más a mis semejantes.

Recuerda conmigo aquello de Jesús: "Vosotros sois la sal de la tierra". Por eso vamos a actuar sobre el mundo en todo ambiente posible: catequesis, conversación, amistad, profesión.

Cada día un poco. Algo en cada momento. ¡En eso consiste aprovechar el tiempo! La oración ha de ser constante. Con celo por la salvación de todos. Y sobre todo con la intención de ayudar o animar a que amen más a Dios. ¡Si pudiéramos incendiar con este fuego que llevamos dentro!