Las amistades

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

“Acércate a los santos, porque los que se juntan con ellos se santifican. Con el honrado, serás honesto, con el cabal, serás justo, pero con el perverso, te pervertirás”. La influencia de los amigos es tan fuerte como la resaca del mar, te arrastra hasta que te engulle del todo. Ya lo dice el refrán: “el que con lobos anda, a aullar se enseña” o aquel otro, “dime con quién andas y te diré quién eres”. Las malas amistades dañan hasta a los animales. Conozco un caballo que nació y se crió en pesebrera, aunque brioso era de lo más noble que se pueda imaginar. Resulta que una vez tuvo que pasar unos días compartiendo potrero con una recua de bestias cerreras, cuando lo sacaron, no se dejaba tocar y aprendió a desenfundar patadas y mordiscos. ¿Dónde dejó la buena crianza? Cuantas veces se quiere salir de los vicios sin comenzar primero por depurar las amistades que condicionan la realización de un buen propósito. Las modas en el vestir, el repentino gusto por el trago y las rumbas, las palabrotas, el dejar de ir a misa los domingos, el sentirse molesto y obstinado con la propia familia, el descuido de los propios deberes, etc, se ven transformados por el influjo de las amistades.