Secuestro tecnológico

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Resulta paradójico que contando con avanzadísimas técnicas de comunicación, las personas estén cada vez más solas. El facebook o el twitter nos acercan por el ciberespacio a miles de personas que no tratamos ni tocamos. El Internet ha provocado cambios en la forma de relacionarse en la escuela, la empresa y la vida cotidiana. La conexión satelital, las video-conferencias, el Skype son maravillosas plataformas de comunicación que muchas veces tienen poco qué decir. La virtualidad nos está deshumanizando, juegos ficticios en Wii, viajes, amistades, entretenimientos, apuestas y hasta sociedades aparentes. El autismo trasunta por las calles, en autobuses, incluso en los restaurantes donde no es extraño encontrar familias escudadas detrás de los celulares comunicándose con todos, menos entre ellos. Debemos rescatar el valor de la persona que se encuentra detrás de todo ese mundo tecnificado. La tecnología no puede robar  espacio a las relaciones humanas. Sería absurdo satanizar estos medios, pero lo que no debemos permitir es que nos aíslen, nos priven del ejercicio del diálogo, de la amistad que sólo se realiza en el encuentro con el otro, en la capacidad de escuchar y de comprender, de abrir los ojos a las necesidades del que vive a mi lado.