Estrellas fugaces

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Quiero compartir la gran lección que se llevó un fanático del baloncesto.  Como todo aficionado acostumbraba pegar en las paredes de la habitación los pósters de sus estrellas. Alguna vez estuvo Bill Russell de los Boston Celtisc que dominaron la NBA durante la década de los sesenta. Pasó luego Wilt Chamberlain de los Lakers. En los setenta destacó Larry Bird y Magic Johnson que muchos recordarán por sus espectaculares partidos. A todos ellos los vino a reemplazar el sorprendente Michael Jordan de los Chicago Bulls. Este jugador llevó el baloncesto hasta los últimos rincones de la tierra en la década de los ochenta y noventa. Finalmente Jordan también tuvo que dejar lugar a otras nuevas estrellas como Shaquille O´Neal de Orlando, Larry Johnson de los Charlotte Hornets, Karl Malone, Kobe Bryant o  Pau Gasol. Un día se encontraba sustituyendo los pósters cuando se dio cuenta de que todos pasaban, menos el crucifijo. Cristo era el único que había permanecido en la pared de su cuarto. Esto le hizo pensar en la caducidad de la gloria humana y en que sólo Dios queda