Dinámica de la simpatía

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Cuando estudiamos en el colegio electrostática nos enseñaron que la electricidad ejerce en los cuerpos estacionarios una fuerza de atracción o repulsión entre ellos dependiendo de sus cargas. Dos cargas positivas o dos negativas se repelen entre sí, pero un protón y un electrón se atraen.  En las relaciones humanas también existe este fenómeno de las simpatías o antipatías con la gran diferencia de que yo sí puedo convertir una carga negativa en una positiva para producir la simpatía. ¿Cómo? Sencillo. Cuanto mayor sea el número de diferencias con respecto a la otra persona, (uno se considera  bueno y el otro malo, uno débil y el otro fuerte, uno rico y el otro pobre, etc) mayor será la distancia que los separe. A la inversa, cuanto mayor sea el número de elementos que nos asemejen, mayor será la simpatía. Si yo sé que el otro es de la misma madera que yo, que tiene las mismas preocupaciones y problemas, las mismas necesidades y temores, se dará una gran afinidad. Si soy consciente de que vamos en el mismo barco y perseguimos un fin común, se suscitará un sentimiento de compasión y comprensión espontáneo.