El último regalo

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Últimamente me ha tocado administrar la unción de enfermos a varia personas: algunas delicadas, muy graves otras, sin faltar los que agonizaban. El poder recibir este precioso sacramento a tiempo es todo un don del cielo, pues muchas veces el punto final llega de improviso, sin que nadie lo espere, cuando tal vez el jardín de la vida está aún en flor.  Esto me ha hecho considerar que el ocaso de nuestra existencia es también un don de la Providencia que debemos recibir con buen ánimo y fortaleza.  Se trata del último regalo que precisa saberlo acoger. ¿Por qué les toca a algunos soportar largas y doloras enfermedades y otros se van con la sonrisa en los labios sin sufrir apenas un poquitín? Nadie elige y a ninguno se le pide su parecer. Hay procesos lentos, semejantes al cirio que se consume poco a poco en espera del último aliento.  Hay quien se rebela, pero también los hay que lo aceptan todo con resignación y paz. Sin duda se tratará de almas templadas, valientes. Me parece a mí que todo estriba en el sentido con el cual uno acoja este último regalo. Y me refiero al enfermo y a los que cuiden de él.