Susceptibilidades

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

La sensibilidad humana es un don que Dios nos dio para percibir y gozar de las realidades trascendentales del ser como son el amor, la belleza, la bondad. Un alma sensible se queda extasiada ante la perfección de una orquídea, el arrebolar del cielo en una puesta de sol o el impetuoso choque de las olas del mar en los acantilados. Un corazón sensible intuye los estados de ánimo de las demás personas y comparte con relativa facilidad sus penas y alegrías. Sin embargo, la sensibilidad se puede enfermar y degenerar en susceptibilidad. La susceptibilidad es mala  porque nos hace sufrir y padecer en demasía según el grado de intensidad y resonancia que se tenga. ¡Cuántas cavilaciones, tristezas o rencores por dejarse llevar del: si me miró o no me miró! He visto romperse francas e inveteradas amistades por una simple desatención, un olvido, un tono de voz inadecuado o un comentario inoportuno.  En las bromas muchas veces se ríen todos menos uno, y ese se queda con un resquemor difícil de olvidar si no controla su orgullo. Por eso qué sano es no tomarse la vida tan en serio para conservar siempre la paz interior y aprender a disculpar.