Ratones de piano

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Fulton Sheen concebía la vida de modo muy particular. Se imaginaba al hombre semejante  al ratón que elige un enorme y confortable piano de cola para vivir.  El ratón está feliz y contento hasta el día en que el pianista comienza a tocar las teclas. Al ratón le incomoda el subir y bajar de los martillos y el vibrar de las cuerdas.  No se da cuenta de que el artista está interpretando un bello concierto.  Asimismo nos puede suceder, están los ateos que simplemente niegan la existencia de Dios, a pesar de estar envueltos en el milagro de la creación; están los agnósticos que piensan que no se puede llegar a conocer a Dios aunque perciben sus huellas.  Están los escépticos, que ponen en duda la capacidad de la razón para conocer con certeza al Maestro.  No faltan los que maldicen por las molestias que el concierto les produce en lugar de alabar el arte con que el gran artista interpreta su música. Finalmente están los que gozan de la constante melodía que día a día nos ofrece la naturaleza, el milagro de la salud, el esplendor de la verdad, el calor del amor y la dulzura de la sonrisa.