Palabrerías

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

¿Cuánto valen las palabras? Por desgracia predominan las banales y superficiales como los chismes, la charlatanería ociosa y la monserga que no dejan nada de útil y bueno, sino que resultan siempre ficticias y fastidiosas. Estas ¡no valen nada! Están las mentirosas, las de aquellos que prometen cosas que jamás cumplirán, como las del lisonjero que habla hermoso al oído de una chica que mañana cambiará por otra; las del adulador, que compra con halagos los favores del necio vanidoso. Estas palabras ¡tampoco valen nada! Están las que valen oro, como las del caballero que sabe respetar el honor de su palabra porque vale tanto como su propia vida. Estas palabras tienen el peso semejante al de un juramento, al de una alianza que sólo se rompe con la muerte, como las que pronuncian los enamorados ante el altar de Dios o las del que se lo juega todo en una apuesta. Las hay también poderosas, como las del jefe de Estado que declara la guerra o celestiales, como las del sacerdote que transforma el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo; la que son capaces de perdonar los pecados o de arrancar del cielo bendiciones. Aquí las tenemos todas, unas de hojalata, otras mortales, unas de oro y otras celestiales.