Tiempo y eternidad

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Hace unos días fui invitado a una boda de lo más original y hermosa que el mejor de los novelistas se pueda imaginar, ya que los novios rondaban la edad de los 70 o quizá más años. A primera vista podría sonar escandaloso, sin embargo se trata de la historia de amor más bella del mundo. Se las voy a contar. Hace muchos años, cuando aquellos muchachos eran apenas unos niños se conocieron y se hicieron novios durante cuatro o cinco años. Sin embargo, el chico sabiendo que no podría hacerla feliz, por ser ella de mejor condición social, por amor y con profundo dolor en alma decidió dejarla sin decirle nada. Ambos siguieron sus vidas, se casaron, tuvieron hijos y al cabo de los años, tanto ella como él enviudaron. Y la ruleta de la vida volvió a entrecruzar sus caminos. Fue un encuentro inesperado que trajo a la memoria viejos recuerdos: - Yo siempre estuve enamorada de ti-, le dijo ella. – Y yo de ti-, le repuso él. - ¿Por qué entonces me dejaste? – Porque tuve miedo de no poder hacerte feliz. - ¿Te das cuenta que han pasado más de 50 años desde que fuimos novios y aún sigo enamorada de ti?
Así es, el tiempo no perdona a nadie ni a nada, todo lo erosiona, todo lo carcome. ¡Todo, menos el amor! ¡Sólo el amor trasciende y escapa al tiempo! ¡Sólo el amor nos muestra que estamos hechos para la eternidad!