¡Qué bella eres!

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Nadie puede negar que nuestra cultura occidental está polarizada cada vez más por el valor de la belleza. La apariencia juega un papel muy importante y por eso vemos que los gimnasios están repletos de personas de todas las edades atentas al cuidado de su físico, de su apariencia, porque además de cuidar la salud, hay que buscar ser atractivos. Los aeróbicos, la cirugía plástica, los implantes y la bailoterapia captan cada día más clientes. Pues bien, yo conozco a una venerable anciana que nunca fue bella: su vida, que había sido una serie no interrumpida de buenas obras, había acabado por extender sobre su persona como una especie de blancura y de claridad; y ahora que es anciana, ha adquirido lo que se podría llamar la belleza de la bondad. Lo que en su juventud había sido flacura, en su madurez se había convertido en trasparencia, a través de la cual se puede contemplar, no a la mujer, sino a un ángel. ¡Qué diversos son los criterios del mundo y del espíritu! Quien cuida de su cuerpo por encima de su alma, se acabará por la misma ley de la materia; pero quien cuida de su alma por encima de su cuerpo, no morirá jamás, al contrario, la belleza de su recuerdo brillará para siempre en aquellos a quienes ha servido.