Nosotros pensábamos

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

En las bodas de plata de unos amigos, se reunió una gran cantidad de familiares para celebrar el acontecimiento con regalos, flores, misa y parabienes. Llegados al momento más íntimo de la cena, cada pareja comenzó a expresar lo que para ellos significaba el matrimonio. Participaban desde abuelos hasta recién casados. No puedo negar que ese día estaban inspirados y se plasmaron en el aire los más bellos pensamientos de amor, de fidelidad, de entrega, de ternura, así como los de dolor, trabajo, comprensión y esfuerzo. Sin embargo, como nunca falta quién desentone, salió uno que dijo lo siguiente: “En nuestro caso el matrimonio resultó totalmente distinto a lo que ambos esperábamos, porque ella se casó conmigo segura de que su amor me iba a hacer cambiar. Yo en cambio, me casé con ella pensando que nunca cambiaría. Pues bien. Han pasado 20 años y resulta que ella no me ha cambiado a mi en nada, y yo me encuentro con que ella si ha cambiado demasiado”. Todos nos reímos, pero dentro de su picardía, tenían razón, el matrimonio no arregla desperfecto, ni resucita muertos.