No sólo de pan…

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

¡Estaba el consejo enfocado a tratar el problema de la pobreza en el pueblo. Todo giraba en torno a cómo llevar más recursos a los necesitados. Todo esto está bien y es laudable, hasta que uno dijo que llenando los estómagos se acabarían los problemas. Entonces pensé: ¿Es que sólo existe la pobreza material? Estos señores deben saber que están dando apenas el primer paso, porque hay otros muchos tipos de pobreza. ¿Quién se preocupa de la pobreza del corazón? La de todas aquellas personas que no son amadas por nadie y que viven solas en el mundo. ¡Esto es dolorosísimo! Vivir olvidado, abandonado, completamente solo sin importarle a nadie. ¡Qué dramático debe ser no saberse amado por nadie! Pero también está la pobreza del alma, la de aquellos que no tienen fe o que la han perdido. La de aquellos que han caído en el ateísmo práctico adoptando una forma de vivir mundana, como si Dios no existiera, como si no se fuesen a morir, como si la vida eterna no existiera. Estos han perdido el encanto del cielo. Pienso también en la pobreza de la inteligencia, la de aquellos que viven en sumergidos en la ignorancia, que es una forma de subdesarrollo. El auténtico humanismo lo tenemos aún muy lejos.