No hay tiempo que perder

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

¡Se acabaron las vacaciones! Para muchas mamás ha sido muy rico compartir con los hijos más tiempo, haber sacado algunos días de descanso con la familia, pero finalmente ¡qué alegría que los chicos vuelven al colegio! Para los chicos las vacaciones son un período maravilloso, muy querido y anhelado que ojalá durase todo el año pues se sale de casa, se disfruta más tiempo con los amigos, se va al cine, se compran muchas chucherías y se inventan mil y un juegos según la imaginación de cada uno. No obstante, las lecciones deben continuar y el timbre de la escuela nos convoca a las clases.
¿Qué sentido tiene entonces las vacaciones? No únicamente el descanso físico, para aquellos que de verdad trabajaron, sino también la oportunidad de dedicarnos a otras actividades que enriquezcan el cuerpo y el espíritu y que durante el período ordinario es difícil hacerlo. Me refiero a excursionar por las montañas, leer con toda tranquilidad un buen libro, aprender algún arte práctico, arreglar la casa u otros afanes. Lo esencial es aprovechar el tiempo porque vacación no es sinónimo de ocio, de pereza, sino una oportunidad de seguir creciendo. Y ahora que volvemos al trabajo, ¿cómo fueron tus vacaciones? O dicho de otra manera ¿cómo debieron haber sido tus vacaciones?