Niños de hojalata

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Qué cosa más espeluznante que las pataletas que es capaz de realizar un niño cuando sus padres no le dan lo que él pide. Lo vemos en los centros comerciales, en la casa o hasta en la misma calle. Los padres negocian el silencio o el buen comportamiento del hijo a cambio de regalos, dulces, promesas. Me van a perdonar, pero a mi me dan pena esos niños que todo lo obtienen de sus padres. Esos chiquillos a los que ya no se sabe qué juguete comprar porque los tienen todos. Esos diosecillos que todo lo pueden a base de su mal genio y que son tratados como si fueran de cristal. Muchas veces me pregunto ¿qué será de ellos cuando llegue el día de la estrechez, si nunca han afrontado el dolor? Porque ¿hay alguien tan ingenuo que crea que el sufrimiento no les alcanzará antes o después? Una niña pordiosera cantaba una triste canción: “Cuando yo tenía mi madre, me vestían de oro y plata. Ahora que ya no los tengo, me visten de hoja de lata”. Es evidente que todos los padres desean para sus hijos la felicidad, pero no la deben confundir con la facilidad. Una vida cómoda y muelle hace mucho daño. ¿Qué hay qué hacer? Dejarlos que lloren, después de la tormenta viene la calma.