Me trata como a un perro

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

En una tertulia con mis amigos, el más simpático nos contó que a su consultorio llegó una señora angustiada diciendo que su marido la trata como a un perro. - ¡Cómo! Exclamó él alarmado. ¿Es que acaso te maltrata, te desprecia, te da de comer cuido? – No, lo que quiere es que le sea fiel.

La risa afloraba de inmediato porque al parecer la fidelidad matrimonial se ha convertido en un tabú. La imagen de una mujer llorosa y desesperada por haber descubierto que su esposo la engaña no es exclusiva de películas y telenovelas. Cada día se ven más casos de infidelidad matrimonial y no precisamente de hombres, sino también de mujeres. La fama que tenía la mujer de ser siempre la fiel e intachable esposa comienza a perder credibilidad. ¿Qué nos pasa? ¿No será que con tanto materialismo hemos matado la capacidad de amar en el corazón del hombre y en consecuencia de la familia? El amor es el don más grande que Dios nos ha dado a los hombres. Estamos hechos para amar, no podríamos vivir sin amor. El corazón que no ama se asfixia, se ahoga en la más terrible desesperación. ¡Qué terrible debe ser vivir en soledad!