Las últimas pinceladas

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

En un lejano país, un artista soñaba con pintar “lo más bello del mundo”. Era una ilusión que le ronroneaba el alma como el zumbido de una colmena. Al amanecer se puso en camino. Atravesó lugares de ensueño. En cada aldea hacía la misma pregunta: Amigo, ¿qué es lo más bello del mundo para que yo lo pinte? Pero ninguna respuesta le satisfacía. Un buen día se topó con un vagabundo. –¿Qué es lo más bello que existe? –El amor-. Contestó melancólicamente el mendigo. Preguntó a un soldado. –La paz- afirmó el militar. Una ancianita le respondió con una sonrisa arrugada entre los labios: -la fe en la vida, hijo-.
En el alma de nuestro artista brilló de nuevo la ilusión, al tiempo que meditaba en esas tres palabras: fe, paz y amor. Al franquear el portón de su casa le inundó una paz muy grande y su corazón se agitó con violencia. Emocionado, besó a sus hijos y descubrió en sus rostros, todavía vírgenes, unos surcos inocentes de fe; de fe en la vida. Percibió también en las pupilas de su esposa la personificación del amor. Un amor fiel y eterno. Y esa noche decidió pintar. Llamó a la obra de arte: mi hogar. Y pintó a su familia, porque allí en su misma casa, había encontrado lo más bello del mundo.