Kamikaze

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Al parecer los valientes y aguerridos kamikazes japoneses se quedaron en la historia como un ejemplo de soldados que no dudaron en inmolarse por su patria con tal de vencer al enemigo, aún a costa de su propia sangre. Sin embargo, los camikazes siguen de moda en nuestros días y se les ve, no volando por los cielos, sino caminando en plena calle. Y me refiero al fenómeno del suicidio. En realidad existen varias formas de suicidarse: el primero consiste en quitarse la vida directamente por cualquiera de los métodos imaginados, desde aventarse por un acantilado, hasta ingerir el peor de los venenos. El segundo tipo es de aquellos que se dejan morir, de los que no luchan en la vida y poco a poco se van consumiendo hasta apagarse del todo. El tercer tipo y el más difundido es de los que se limitan a vivir. Si esto es verdad, resulta que por las calles asistimos a una verdadera hecatombe, porque cuántas veces nos topamos con hombres que se limitan a vivir sin ilusiones en la vida, sin un motivo que les empuje a luchar con todo el corazón, sin un ideal que les apasione y hasta les quite el sueño. Sin un motivo que les haga trascender. ¡Por favor! No seas también tú un kamikaze.