Impresionante

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

El día de ayer me ocurrió un hecho digno de ser contado y reflexionado. Iba en un taxi cuando en una de las esquinas se acercó un hombre joven a pedir dinero. Yo hice una exclamación de congoja al ver que la juventud, en lugar de estar trabajando, se suma a la innumerable multitud de indigentes que abarrotan las esquinas de la ciudad. En ese momento el taxista me dijo: -Con perdón de usted, yo no estoy de acuerdo. La gente lo que tiene que hacer es esforzarse por ser útil, porque oportunidades siempre le salen a uno-. Y me contó su caso. -Yo sufrí una operación de apéndice y el médico me dejó una gasa por dentro que luego me causó una infección que por poco me muero. Tuve que llevar mis órganos en una bolsa por fuera durante casi un año, lo cual me exigió cubrir la ruta de noche, a fin de que los clientes no se dieran cuenta de mi estado, porque siempre iba con una manta cubriendo mi cuerpo. Gracias a Dios sané y ahora sigo luchando por la vida-. Y añadió: -La solución a los problemas del país está en las manos de todos, en la conciencia de quienes tienen plata para crear nuevos puestos de trabajo y en la conciencia del pueblo que no se puede vivir a punta de robos, de mendicidad y de delincuencia-.