En la recta final

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Es un hecho que conforme la vida avanza, se van estrechando las posibilidades y oportunidades. Para un niño todo es posible en el fantástico mundo de los sueños. ¿Quién no se imaginó viajando a la luna o salvando a la humanidad? Un joven se va dando cuenta de que hay cosas que simplemente son imposibles de realizar. Cuando sales de bachillerato tienes que elegir una profesión, un oficio, obligándote a renunciar a todos los demás. Elegir es renunciar. Al casarte vuelves a renunciar a todos los hombres o mujeres excepto tu cónyuge. El forjar un patrimonio o el realizar un proyecto de vida familiar te consume los años más productivos de tu corta existencia. El embudo se sigue estrechando hasta llevarte al final del camino en donde te encontrarás completamente solo. Igual que cuando comenzaste, pero con la vida a las espaldas. En la recta final sólo nos queda contabilizar lo bueno que hayamos hecho, no lo mucho que acumulamos. ¿Para qué trabajar como burro si eso es lo que menos cuenta? ¡Cuánto amaste! ¡Cuánto bien realizaste! En la última opción, sólo queda lo que hiciste por Dios y por los hombres.