El eclipse de la razón

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Ha sido una triste ironía, por no decir descaro y mal gusto, despenalizar el aborto precisamente en las celebraciones del día de la Madre. Los verdaderos científicos saben que desde la fecundación hay un nuevo ser humano, y cada mujer que concibe lo puede testimoniar porque lo siente en su propio cuerpo. Se trata de un ser distinto al de la madre y con igual dignidad y derecho a vivir. ¿Quién se puede constituir en autoridad para acabar con la vida de otro? De solo pensarlo me da escalofríos. El aborto no es cuestión de fe o de religiosidad como algunos gritan, sino de simple humanismo y sentido común. La vida es el primero y más fundamental derecho del hombre. ¿Cómo queremos acabar con la violencia si la estamos legitimando? ¿O quién ignora que para abortar hay que aplicar acciones positivas para matar a ese ser que por sí mismo quiere nacer? Uno se pregunta ¿De qué sirven tantos estudios y títulos a esta gente que tan difícil les resulta reconocer lo que es evidente? Y aún peor es tratar de definir en qué casos sí se puede abortar y en cuales no. Esto resulta francamente muchísimo más difícil. A ver cómo salen de ese berenjenal. Hay que corregir el error.